El estudio revela que, si bien las vacunas protegen contra la COVID persistente, lo hacen de manera moderada, por lo que es necesario implementar herramientas y estrategias de mitigación a largo plazo.
Redacción ciencia, 25 may (EFE).- Las personas vacunadas con infecciones leves también pueden experimentar COVID persistente con problemas en el corazón, el cerebro o los pulmones, entre otras partes del cuerpo, según un estudio publicado este miércoles en la revista Nature Medicine.
La investigación, realizada por científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis y por el Sistema de Salud de St. Louis, advierte que, pese a la existencia de vacunas, es necesario disponer de más herramientas contra el virus.
El estudio, hecho con datos de más de 13 millones de casos, concluyó que vacunarse contra el virus del SARS-CoV-2 reduce el riesgo de muerte en un 34 por ciento y el riesgo de contraer COVID persistente un 15 por ciento.
También demostró que las vacunas son efectivas para prevenir algunas de las manifestaciones más preocupantes de la COVID persistente (trastornos pulmonares y de la coagulación de la sangre), que disminuyeron el 49 por ciento y el 56 por ciento, respectivamente, entre los vacunados.
Publicado hoy.
Estudio (n=33.940); las infecciones por Covid en personas que ya están vacunadas causan secuelas a largo plazo, especialmente cardíacas, pulmonares y de coagulación.¡Es por esto que NO hay que retirar todavía las mascarillas en interiores! https://t.co/VW7k18Z9fZ pic.twitter.com/0xRjXxeCEa
— Hans Collin (@HansCollin2) May 25, 2022
Sin embargo, aunque las vacunas siguen siendo de vital importancia en la lucha contra la COVID, "sólo brindan una protección modesta contra la COVID persistente", explica Ziyad Al-Aly, primer autor del estudio y epidemiólogo clínico de la Universidad de Washington.
Por eso, "ahora que sabemos que la COVID puede tener consecuencias persistentes para la salud, incluso entre los vacunados, debemos avanzar hacia el desarrollo de estrategias de mitigación que puedan implementarse a largo plazo, porque no parece que la COVID vaya a desaparecer pronto", dice Al-Aly.
Dichas estrategias podrían incluir vacunas nasales -más eficaces y potentes que las actuales- u otros tipos de vacunas o medicamentos destinados a minimizar los riesgos de una COVID prolongada.
"Contagiarse de COVID-19, incluso entre las personas vacunadas, parece casi inevitable hoy en día", avisa Al-Aly, quien apunta que entre el 8 y el 12 por ciento de las personas vacunadas pueden desarrollar una COVID persistente.
En el futuro, la enfermedad "probablemente dejará a un gran número de personas con condiciones crónicas y potencialmente incapacitantes que no tienen tratamiento, lo que no sólo afectará la salud de estas personas, sino también a su capacidad para trabajar, su esperanza de vida, la productividad y el bienestar social", avanza el investigador.
Desde que comenzó la pandemia, más de 524 millones de personas en todo el mundo se han infectado con el virus; de ellos, más de 6 millones han muerto, más de un millón solo en Estados Unidos.
El estudio, realizado con 13 millones de afectados, en su mayor parte hombres blancos mayores, no incluyó datos relacionados con la variante Ómicron que comenzó a propagarse rápidamente a fines de 2021.
Los pacientes fueron clasificados como completamente vacunados si habían recibido dos dosis de las vacunas Moderna o Pfizer-BioNTech o una dosis de la vacuna Johnson & Johnson/Janssen, ya que cuando se hizo la investigación aún no se ponían dosis de refuerzo.
Entre otros hallazgos, el estudio confirmó que además de las complicaciones en el corazón, el cerebro y los pulmones, la COVID persisten también provoca trastornos en los riñones, la coagulación de la sangre, la salud mental, el metabolismo y los sistemas gastrointestinal y musculoesquelético.
Además, el análisis de 3 mil 667 pacientes vacunados y hospitalizados con infecciones avanzadas de COVID demostró que tenían 2.5 veces más riesgo de morir que las personas hospitalizadas con gripe.
También tenían un 27 por ciento más de riesgo de COVID persistente en los primeros 30 días después del diagnóstico en comparación con 14 mil 337 personas que fueron hospitalizadas con gripe estacional.
Los investigadores también compararon los resultados de salud a largo plazo con un grupo de control previo a la pandemia de más de 5.75 millones de personas (y que nunca habían tenido COVID porque todavía no existía) y observaron que las que tuvieron COVID afrontaron riesgos significativamente más altos de muerte y enfermedades cardíacas, pulmonares, neurológicas y renales.
"La constelación de hallazgos muestra que la carga de muerte y enfermedad que experimentan las personas con infecciones avanzadas de COVID-19 no es trivial", avisa Al-Aly.